Friday, December 23, 2011

VISITA BOLIVIANA / PERCY PRADO SALAZAR

Visita boliviana
 Percy Prado Salazar

Entrevista a cuatro poetas y narradores de La Paz Bolivia que visitaron Arequipa en diciembre.



Con mucho criterio y sentido de la oportunidad los promotores del último Festival del libro nombraron a Bolivia como país invitado, y trajeron a cuatro poetas y narradores del vecino país a darnos una serie de conferencias y a participar en una mesa redonda sobre poesía. Fue ocasión de conocer a Humberto Quino, Jaime Nistthauz, Manuel Vargas, y Alfonso Murillo. Aquí fragmentos de una amigable conversación en la Escuela de Literatura de la UNSA.

 P.- ¿Tienen ustedes en Bolivia alguna imagen de la literatura peruana?

 Humberto Quino.- Yo estuve en Perú en los años 70 y pasé en Arequipa medio año. A mí me asombro siempre la belleza y la densidad que tiene la poesía peruana. Más que Vallejo, Martín Adán, César Moro, Westphalen, Eielson.

P.- ¿Cómo ha ido el movimiento poético en las últimas décadas?

Humberto Quino.-  Nuestra generación dio algunos buenos poetas; luego ha decaído la poesía, hay ahora mucha frivolidad, juegos con la forma, predominio de la imagen quizá por influencia de la televisión y la internet. Parece que los poetas jóvenes no leen buena poesía, solo se leen entre ellos, ignoran a los clásicos.

P.- Penosamente, conocemos muy poco de la narrativa boliviana: a Alcides Arguedas y Ricardo Jaimes, un poco de la poesía de Saenz, y de ahí saltamos hasta Edmundo Paz Soldán. ¿Pueden darnos algunas noticias?

Manuel Vargas.- Yo soy narrador nacido en la parte oriental de Bolivia pero que radico en La Paz desde hace cuarenta años. He publicado varias novelas y libros de cuentos. Empecé a escribir en los setenta pero recién publiqué a fines de los ochenta.

Sobre tu pregunta, el desarrollo del capitalismo en Bolivia ha alterado a la cultura y a la literatura. Ahora las principales ciudades tienen esas cadenas norteamericanas de ropa de moda, de comida rápida, y la literatura también está empezando a volverse “comida rápida”: versos cortitos fáciles de leer, escandalosos y llamativos como la publicidad, cuentos llenos de violencia verbal y drogas.

Pero hay también narradores un poco mayores, que están escribiendo nueva narrativa del interior, que así se la llama, inspirada en la vida de las ciudades pequeñas, ya no al estilo del costumbrismo sino con una técnica y unos temas más modernos y personales.

Jaime Nistthaus.- Yo escribo poesía y prosa. Me gusta el buen humor.

Como ha dicho Manuel, encuentro a la poesía joven boliviana casi plagiaria, le dicen “intertexto”. Son muy librescos, nada vivenciales.

Y solo se leen y admiran entre ellos. Unos a otros se dicen qué bien que escribes, y hay gente que a todos les dice muy bien jóvenes, ustedes sí representan a la modernidad. A mí a veces me piden un comentario y yo les digo si me gusta bien, pero si me disgusta igual voy a decirlo, piénsalo mejor.

P.- En Perú la última polémica fue entre los “criollos” capitalinos y los “andinos”. ¿Pasó algo parecido en Bolivia?

Jaime Nistthaus.- No, allá todo se ha centralizado en las urbes. Los escritores del interior, que son muy pocos, por el contrario tratan de ser universales, como Rulfo o como Eleodoro Vargas Vicuña.

Alfonso Murillo.- Yo soy narrador, autor de cuentos. Estudié en la carrera de Literatura en la Universidad de La Paz.

Me gustaría añadir a lo dicho por mis compañeros que en la década de los cincuenta en Bolivia Óscar Cerruto rompe con la literatura tradicional costumbrista y aporta una literatura fantástica, mítica y urbana. En los setenta aparecen Jaime Saenz y Céspedes que le dan una nueva consistencia a la narrativa, aparece el paisaje interior.

En las últimas décadas los jóvenes navegan medio perdidos en la literatura, aparece la literatura y las editoriales light, con el escritor-personaje orientado al espacio público.

P.- ¿Qué libros deberíamos leer los arequipeños para conocer de literatura boliviana?

Humberto Quino.-  “La noche”, poesía de Jaime Sáenz; de Óscar Cerruto “Una mano en el teclado y otra mano mordida”; de Camargo “El tiempo de la muerte”; de Guillermo Bedregal, “La palidez”.

Manuel Vargas.- Yo hablaré de la narrativa. Comenzaría con la novela clásica “Juan de la rosa” de Nataniel Aguirre. Luego “Tirinea” de Jesús Urzagasti. Y “Aluvión de fuego”, de Cerruto.

Jaime Nistthaus.- - Yo añadiría “Chaco” de Luis Toro Ramallo.

Alfonso Murillo.- “Raza de bronce” de Arguedas, los cuentos de “Sangre de mestizos” de Augusto Céspedes, “Fastos marginales” de Adolfo Cárdenas.

Jaime Nistthaus.- Entre los más jóvenes destaco a Wolfango Montes, quien por "Jonás y la Ballena Rosada" ha ganado un premio en Cuba. Es un joven que lee poesía y filosofía. Un escritor que no lee filosofía es endeble, no hay sustancia en su prosa.

P.- ¿Cómo está influyendo el cambio social y político que vive Bolivia en su cultura y en su literatura?

Jaime Nistthaus.- Todavía no vemos nada, quizá posteriormente haya algo.

Alfonso Murillo.- Yo creo que ha habido un rebrote cultural. En Bolivia siempre hubo una separación entre la gente criolla que tuvo su referente en la ciudad de Sucre, la ex Audiencia de Charcas que miraba a la cultura occidental. Santa Cruz se opuso siempre a que ondeara la wipala. En cambio la parte andina con la etnografía y los mitos aimaras que han sobrevivido a la colonia se ubica en La Paz y en El Alto con los bailes típicos y las tradiciones simbolizadas en Tiahuanaco. Esa es la cultura que está recuperándose.

 Manuel Vargas.- No estamos todos de acuerdo en eso. Para mí, estamos hablando de política, no de cultura. En Bolivia ha habido y hay como siempre la dominación de una clase sobre otra; el gobierno de Morales en cinco años no hizo nada por la cultura, solo hay un recambio en el poder económico, que ahora obedece al ascenso político de los aimaras, que desde hace cincuenta años ha ido tomando el país en una operación de hormigas, de comerciantes pequeños y de cocaleros. Es solo un cambio de manos del poder.
No se escribe otro tipo de novelas, no se compone otro tipo de música, la cultura no ha cambiado.

Alfonso Murillo.- Pero el Ministerio de Cultura antes estaba en manos de la burguesía exportadora occidentalizante. Ahora al menos encuentras un Mamani, un Choque en esas oficinas.
Es cierto, todo el proceso recién está comenzando y es temprano para ver resultados, pero al menos la cultura popular se está levantando, la artesanía, la música, las danzas en vez de la pintura tipo New York y París. Por lo menos nuestra wipala ondea en varios edificios públicos y sin temor ni vergüenza.

VER:
altodelaluna

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