Thursday, July 27, 2023

HOMENAJE A UN SOLDADO DESCONOCIDO POR UN ESCRITOR TAMBIÉN DESCONOCIDO / ARMANDO ARTEAGA

HOMENAJE A UN SOLDADO DESCONOCIDO POR UN ESCRITOR TAMBIÉN DESCONOCIDO 

Armando Arteaga




Un soldado ruso destinado en Ucrania recibe una carta de su novia. 

La carta decía:

Querido Boris.

Ya no puedo continuar con esta relación. 

La distancia que nos separa es demasiado grande. 

Tengo que admitir que te he sido infiel dos veces desde que te fuiste y creo que ni tu ni yo nos merecemos esto, lo siento. 

Por favor devuélveme la foto que te envié, con amor...  NATALIA 

El soldado, muy dando en pena bebe un poco de vodka de su cantimplora..., le pidió a todos sus compañeros que le regalaran fotos de sus novias, hermanas, amigas, primas, etc. 

Junto con la foto de Natalia, incluyó todas esas otras fotos que había recolectado de sus amigos.   Había 27 fotos en el sobre y una nota que decía: 

Querida Natalia. 

Perdóname, pero no puedo recordar quien eres.

Por favor, busca tu foto en el paquete y me devuelves el resto. 

MORALEJA:

 AÚN SIEMPRE DERROTADO...FELIZMENTE FREGANDO AL ENEMIGO.

                                                                                                            

                                                                                    (Mmm…  Escritor Desconocido).




Tuesday, June 13, 2023

Oda al Cinzano / Armando Arteaga


 
Revista Auki N- 1. 1976.

LA JARANA DEL MUERTO / ARMANDO ARTEAGA

 



LA JARANA DEL MUERTO 

Mi padre me dijo: ha muerto el Rey de la Marinera Limeña. Acompáñame a dar el pésame. 

Acompañé a mí padre a un velorio cuando era niño casi por obligación. Como es de suponer estuve todo el tiempo aburrido y medio asustado. Esperando que todo esto terminará lo más pronto para irme de ese sitio. Un parroquiano asistente al velatorio, al verme tal vez con cara de aburrimiento se me acercó al rincón más solemne  donde esperaba que pasen las horas mientras los mayores bebían pisco acompañado al muerto. El hombre me dijo, mirándome de arriba hacia abajo, y tocándome la cabeza:

-"Aprovecha la vida, muchacho, realiza  tus sueños, sé feliz, yo no aproveché la fiesta de la vida"

Me obsequió un caramelo de menta, y se fue. Se perdió hacia la cocina de la casa. 

Antes de retirarnos mi padre me exigió despedirme del muerto. 

Cuando me acerqué a mirar al muerto del ataúd,  quedé atónito, horrorizado,  con un miedo espantoso.

El muerto era el hombre que me obsequió el caramelo y conversó conmigo cuando estaba en el rincón de la sala.

Este suceso  me atormentó durante muchos años  y no se lo conté a nadie, hasta que descubrí algo increíble que cambió mi vida:

Aquel difunto, por la gran puta , tenía un hermano gemelo..¡!

A.A.




Saturday, March 06, 2021

LA MUERTE VINO POR GOTARDO Armando Arteaga

 

LA MUERTE VINO POR GOTARDO

Armando Arteaga

 

Chagall

Sabíamos que tenía que venir, no era casualidad.  Así estaba escrito en boca del viejo Gotardo Delgado, ciudadano principal, el  más antiguo poblador del pueblo de Cachicadan. 


Me va buscar.  Tocará mi puerta como un puma negro, no se detendrá para esperar si estoy o no estoy. 
-¿Viejo, estás allí?- dirá.  No se ira así nomás. A la muerte no se le puede engañar. Ni yo que soy Gotardo, gato negro invisible por estas calles ante la muerte.  La muerte es una poderosa sombra oscura que cruzara con neblina espesa toda la calle grande del pueblo, puede ser una peste como un potro negro salvaje cabalgando sobre el ichu, un huracanado viento que levanta los techos de las casas.

Puede volver en el rio borracho de Los Moches, primero, como un discreto sonido haciendo rodar las piedras, los cantos rodados, luego,  será un barroso huayco que le temo y se llevará los alfalfares, las chacras de melocotones, la iglesia.

No sé. Pero no le temo a la muerte, terminó diciendo, mientras  se servía otro sorbo de café, el viejo Delgado, que sabía espantar las malas noticias.

Yo conocí al viejo Delgado, desde que era chiquitín. Lo veía desde este poyo, tocar el arpa, era ciego, pero tenía siempre el pensamiento parado, soñaba despierto. El viejo, era benigno para decir las verdades. Aunque, también, decía sus mentiras.

Esa, por ejemplo, de que el mundo se iba acabar en 1984, que había un señor, un gringo llamado Orwell, que a él le había encantado esa noticia apocalíptica de que el  mundo se iba acabar, y ya estamos en 1998. De no haber sido así, el fin del mundo llegaría de todas maneras el 12-12-del 2012. Tanta cojudez, del viejo, mucha peliculina, Don Gotardo, para espantar a la muerte.

Sucedió lo que tenía que suceder.  Un día, vino la muerte, y tuvo sus ojos. Tuvo su cuerpo, sus ideas, su alma llena de celestiales tiempos.

Tanta vaina. Vino la muerte, y se   llevó al viejo Delgado. Lo arrastro por los recovecos más increíbles del pueblo, se le vio flotando por los vapores de las aguas termales.

-Toca el arpa, viejo -le dijo-. Y el viejo Gotardo  tocó el arpa.  No se amilano.

Ahora sí -le dijo- La Muerte, nos vamos.

Y se fueron, sin despedirse, sin un adiós.

Será por eso que a veces suele el viejo aparecer por el recodo de la quebrada tocando su arpa y bebiendo su tragucha de caña.

-Vete, pues, viejo.  Ya estás muerto. No tienes nada que hacer en esta tierra, tu natal vivido, tu mortal historia, ya pasó, tu tiempo de hombre libre por estos parajes, por estos paisajes.

-No has de volver, nunca más, viejo.  Nunca Jamás.

Y es así que al viejo Gotardo algunas noches de mayo, cuando hay luna,  lo ven flotando como una pluma sobre el vaho caliente de los baños termales de Cachicadan. Enérgico viejo, pluma ligera al viento. Parece una pintura de Chagall, otro gringo loco.



Chagall


Monday, May 09, 2016

Entrevista a Andrés Caicedo

Entrevista única a Andrés Caicedo pirateada del aire por Luis Ospina y Eduardo Carvajal. Subtitulada por Sandro Romero y Karen Roa




Entrevista Andrés Caicedo




Luis Andrés Caicedo Estela (CaliValle del CaucaColombia29 de septiembre de 1951 – ib.4 de marzo de 1977) fue un escritor colombiano nacido en CaliValle del Cauca, ciudad en la que pasó la mayor parte de su vida. A pesar de su prematura muerte, su obra es considerada como una de las más originales de la literatura colombiana. Caicedo lideró diferentes movimientos culturales en la ciudad vallecaucana como el grupo literario los Dialogantes, el Cineclub de Cali y la revista Ojo al Cine. En 1970 ganó el I Concurso Literario de Cuento de Caracas con su obra "Los dientes de caperucita", lo que le abriría las puertas a un reconocimiento intelectual. Escribió que vivir más de 25 años era una insensatez, lo que es visto por muchos como la razón principal de su suicidio el 4 de marzo de 1977 cuando tenía tan sólo 25 años de edad y había recibido una copia del libro editado por una editorial Argentina.
La obra de Caicedo hace relevancia a la sociedad urbana y sus problemas sociales, principalmente con respecto al mundo actual. Su literatura simboliza la masificación del cuerpo como objeto de consumo en el límite de la dinámica de intercambio, constituyéndose así como un visionario de los cambios sociales derivados del modelo económico.
Contrario a la escuela literaria del realismo mágico, la obra de Caicedo se inspira completamente en la realidad social, lo que ha hecho que algunos estudiosos le den la importancia como alternativa en Latinoamérica a figuras prominentes como la de Gabriel García Márquez. Especialmente el periodista, escritor y cineasta chileno Alberto Fuguet sigue la obra de Caicedo, al cual llama «el primer enemigo de Macondo». A pesar de su fama en Colombia, Caicedo es poco conocido en América Latina, seguramente debido a su temprana muerte. Sin embargo, la permanente organización de su producción literaria y la influencia que tiene en nuevas generaciones de escritores como Rafael ChaparroEfraím MedinaOctavio Escobar Giraldo y Ricardo Abdahllah, hacen que cada vez más cobre gran valor el aporte literario del "escritor con cara de estrella del pop", como lo llama el chileno Alberto Fuguet.

Saturday, May 16, 2015

POEMAS DE CÉSAR DÁVILA ANDRADE

POEMAS DE CÉSAR DÁVILA ANDRADE



Espacio, me has vencido

" Espacio, me has vencido. Ya sufro tu distancia.
Tu cercanía pesa sobre mi corazón.       
Me abres el vago cofre de los astros perdidos
y hallo en ellos el nombre de todo lo que amé.
Espacio, me has vencido. Tus torrentes oscuros
brillan al ser abiertos por la profundidad,           
y mientras se desfloran tus capas ilusorias
conozco que estás hecho de futuro sin fin.
Amo tu infinita soledad simultánea,      
tu presencia invisible que huye su propio límite,
tu memoria en esferas de gaseosa constancia,
tu vacío colmado por la ausencia de Dios.

Ahora voy hacia ti, sin mi cadáver.
Llevo mi origen de profunda altura        
bajo el que, extraño, padeció mi cuerpo.
Dejo en el fondo de los bellos días        
mis sienes con sus rosas de delirio,
mi lengua de escorpiones sumergidos,
mis ojos hechos para ver la nada.           
Dejo la puerta en que vivió mi ausencia,
mi voz perdida en un abril de estrellas
y una hoja de amor, sobre mi mesa.     

Espacio, me has vencido. Muero en tu eterna vida.
En ti mato mi alma para vivir en todos. 
Olvidaré la prisa en tu veloz firmeza      
y el olvido, en tu abismo que unifica las cosas.

Adiós claras estatuas de blancos ojos tristes.
Navíos en que el cielo, su alto azul infinito
volcaba dulcemente como sobre azucenas.
Adiós canción antigua en la aldea de junio,
tardes en las que todos, con los ojos cerrados
viajaban silenciosos hacia un país de incienso.
Adiós, Luis Van Beethoven, pecho despedazado
por las anclas del fuego de la música eterna.
Muchachas, las mi amigas. Muchachas extranjeras.
Dulces niñas de Francia. Tiernas mujeres de ámbar.
Os dejo. La distancia me entreabre sus cristales.
Desde el fondo de mi alma me llama una carreta
que baja hasta la sombra de mi memoria en calma.
Allí quedará ella con sus frutos extraños             
para que un niño ciego pueda encontrar mis pasos...

Espacio, me has vencido. Muero en tu inmensa vida.
En ti muere mi canto, para que en todos cante.
Espacio, me has vencido... "

La casa abandonada

(Entré al atardecer, con sol perdido)

El patio lloraba una estatua vacía.
Profundos caballos de polvo viajaban
hacia los lugares más vagos del moho.

Un hoyo remoto pasaba a la nada.

El vacío entraba con sus muchedumbres
y con sus inmensas campanas ya mudas.

Oí un paso dado en otra centuria
y vi en una cisterna el muñón de mi alma.

Un viento blanquísimo dormía doblado
en un seco lienzo de aves olvidadas.

Un reloj yacía en ácidos profundos
y el peso de un pájaro recorría el muro.

Una niña muerta soñaba en un cuento
dicho desde una alta ventana de niebla.

Hacia atrás viajaba un abecedario,
los días antiguos eran los primeros

por una pequeña compuerta de naipes...

(En un muro blanco, hallé esta leyenda:
«El 7 de marzo murió María Eugenia» ).

Arriba en la tarde flotaban obispos
con lámparas llenas de azufre y de trigo.
Arriba en la tarde,

y no era yo mismo el que había vuelto.
Era un extranjero al que a veces lloro
y en el que ya he muerto...



Poema

Si ahora vuelve, niégale. Preséntale a su mar.
Así, vestido ya de algún espejo, se alejará.
Hay que madurar. Oscurécete.
Si golpea, escúchale. Tiene una forma
cuando queda fuera.
La lluvia le ciñe un paisaje demoledor
y sus hierros pueden dar pan
a la mula en que pasa.
Pequeño Joven: aún no puedes
crearlo como Huésped.
Oye cómo persuaden las viejas herrerías.
Los dedos salvajes
y los salvajes meses de Marzo
son todo viento sobre su cabellera
nutrida ya de polos.
Toda resurrección te hará más solitario.
Mas, si en verdad quieres morir,
disminuir ante los pórticos,
comunicarte,
entonces ábrele.
Se llama Necesidad.
Y anda vestido de arma,
de caballo sin sueño,
de Poema.



 Poema número uno

Ahora sí. Tú puedes ya mirarme.

Soy compañero de los ofendidos;
de las almas oscuras que transitan
la profunda llanura de la noche,
amando tristemente los abismos
y las jaurías cárdenas del vino.

Ahora sí. Tú puedes ya mirarme. ..

Padezco el peso puro de la tierra
sobre mi corazón buscador de ángeles,
sobre mi alma hechizada por el río
azul e inmóvil que atraviesa el cielo
con invisibles olas siderales
y con mil barcas de humo pensativo.

Una vez quise abrir tu paraíso
con una aguja débil de rocío.

Hoy amo el cielo humano de la arcilla
poblado de fantasmas que tiritan.

Amo la soledad, la sed, el frío,
la carne vestidora de incurables,
el pecado y su fina risa de ámbar.

Sí: ya puedes mirarme.

Enterré ya los mármoles que amaba.
Duermen en él los ángeles helados
en ocultos tropeles ateridos.

Ya sé odiar berilos y zafiros,
-parásitos brillantes de la roca-.

No deseo admirar tus vestiduras
salpicadas de signos y asteroides.

Amo la desnudez de los caminos.

Sí: ya puedes mirarme.

Por la llanura de la noche cruza
una pequeña luz que cabecea;
ella es mi pecho roto en el que tiembla
la fiebre inextinguible.

Ya puedes tú mirarla;
tú que vives arriba
y que talvez no eres inconmovible.



 Profesión de fe

No hay angustia mayor que la de luchar envuelto
en la tela que rodea
la pequeña casa del poeta durante la tormenta.
Además,
están ahí las moscas,
veloces en su ociosidad,
buscando la sabor adulterina
y dale y dale vueltas
frente a las aberturas del rostro más entregado
a su verdadera cualidad.
El forcejeo con la tela obstructiva
se repliega en las cuevas comunicantes del corazón
o dentro de la glándula de veneno del entrecejo
cuyos tabiques son
verticales al Fuego
y horizontales al Éter.
Y la poesía, el dolor más antiguo de la Tierra,
bebe en los huecos del costado de San Sebastián
el sol vasomotor
abierto por las flechas.
Pero la voluntad del poema embiste
aquí
y
allá
la Tela
y elige, a oscuras aún, los objetos sonoros,
las riñas de alas,
los abalorios que pululan en la boca del cántaro.
Pero la tela se encoje y ninguna práctica
es capaz de renovar
la agonía creadora del delfín.
El pez sólo puede salvarse en el relámpago.


Tiempo imperceptible

Hasta cuándo, Noviembre, buscas
en los días
aquello que se da en el agua,
sin que a nadie humedezca dentro
ni se releje fuera.

Aquello que permanece
cuando, después de la evaporación,
manos ya sólo en venas
sustituyen el tacto de ultramundo.

Tú has visto cómo
aquella hoja de álamo, al caer,
disminuía tanto sus asas de madera
que sólo era posible llorar
de pensamiento a pensamiento
ante la aparición de las fogatas.

A través de los días, oh Noviembre,
permanece en acecho
la Perra
que hará reverdecer todas las puertas.



Tú, la furiosa y maternal amada!

Esta tierra muerde a sus hijos mientras los dioses
consultan cartas estelares, cerraduras volcánicas,
o agrupan nuevas águilas en el ramaje
de los diluvios y las catedrales.

Esta tierra atrapa al niño y su rueda de alquiler
perseguida por el constante "ya voy" del corazón,
pero vomita la simiente que hubiera sido:
"Gracias os damos..."

Esta tierra engulló al hortelano y al labriego
cuando el maíz y el álamo alcanzaban
la estatura estival, el friso de oro
que golpean en coro los caballos
en el sonoro pozo de las eras.

Yo estuve a la mesa, frente a la garrafa
y el agua de pronto, como falda viva
agitose la altura de sus muslos.

Porque esta tierra nos siembra vivos
y nos cosecha en débil grano expósito.

Ayer, el abuelo y el siglo contertulio
fumaron juntos, rodeados de mazorcas y de espigas.
Torre de papagayos y tambores edificaron
para los molinos
La abeja construyó el paulatino tabique
dulcemente difícil.
Los meses recorrían ruedas puntuales,
agujas de asiduo pestañear.
Llenaban los dedales en que hoy escarba el hueso.
Cumplían con la dichosa piel del lomo
y el pulimento fraternal de la madera.

Pero esta tierra muerde como una loba ciega
cuando la mano extiende su parpadeante búsqueda.

Ayer no más, decían: "Sembrado hemos.
Ya vendrá Agosto.
Los graneros tendrán hasta las cejas..."
Oh mes violento, torrencial sepulcro
del hombre, del ganado y del alero!

La cruz que quiso asirse de los bordes
penetró de costado y el sacristán del alba
desayunó las luces subterráneas de los muertos.
El campanario derramó los nidos y los anchos
pulgares de los viejos albañiles.
La casa azul quedóse  sin esquina y la plaza,
despedazada y sola, retornó a la pradera
revuelta del guijarro y de los cuervos.

Porque esta tierra muerde al mendigo
innumerable que la besa
y da vivienda nocturna al roedor
y azul enmarañado a los murciélagos.
Oh tú, furiosa y maternal amada,
dónde está el alfarero? En qué cuneta
yace el hortelano?
Dónde está el fiel espía del cereal luminoso
o el centinela oscuro de tu nieve?

Hoy nace el sembrador, patria impaciente,
y tú, ya le cosechas para dentro!


Variaciones del anhelo infinito

Si alguna azul mañana de febrero,
tras una larga noche de tormenta,
encontraran tus manos
el cadáver de un ángel en el campo. ..

Si alguna vez, hacia la media noche,
con tu sagrado sexo en las tinieblas,
te me acercaras tanto,
que pudiera oír cómo cae de tus labios
una dulce minúscula sin letra...

Si alguna vez, después de haber leído
una carta de amor, fueras descalza
hasta el río que amaste cuando niña
y escucharas el tránsito de mi alma...

Si alguna vez variaras sin motivo
la dirección delgada de tus trenzas
y te sintieras una joven nueva
con una diadema de gavillas y heno...

Si alguna vez tus manos se elevaran
tanto hacia el aire que no fueran materia
sino un deseo de sentir el alma
celeste y silenciosa de las cosas...

Si algún día tu voz (la que conozco),
atravesara sola esas praderas,
encontrara una fuente silenciosa
y le enseñara a pronunciar tu nombre...

Y, si pasaran siglos, muchos siglos,
y nosotros no fuéramos los mismos
después de tanto sueño en otras vidas;
si, entonces, te encontrara de repente
en una ciudad que todavía no existe
y lograra acercarme y estrecharte
con este amor que ahora no es posible...


*
Nacimiento:2 de Noviembre de 1918\ Defunción:23 de Abril de 1967

Reseña biográfica

Poeta y cuentista ecuatoriano nacido en Cuenca en 1919.
Debido a los modestos recursos de su familia, se vio obligado a abandonar los estudios primarios para intentar  varias ocupaciones. 
Se radicó en Quito hasta el año de 1951 cuando conoció a Isabel Córdova, con quien se estableció como periodista
en Venezuela reafirmando así su carrera como escritor y poeta.
Su obra, de corte neo-romántico y surrealista, alcanzó su plenitud al finalizar la década de los años cuarenta cuando publicó una gran cantidad de poemas entre los que sobresalen: «Esquela al gorrión doméstico», «Canción a la bella distante», «Invitación a la vida triunfante» y «Espacio me has vencido». Posteriormente fue publicada «Carta a la ternura distante»,
seguida de «Canción a Teresita » y «Oda al Arquitecto», estas dos, de lo más destacado de su creación.

El poeta, acosado por su vida bohemia y sus angustias, se suicidó en Caracas en 1967