Monday, December 16, 2013

DE VERDAD OS DIGO / ARMANDO ARTEAGA




DE VERDAD  OS DIGO / ARMANDO ARTEAGA


Arrebatado en zócalos
disuelvo esta duda de seguir observando
esferas, planos, eventos localizados
de climas, y sucesos excluyentes
timones no son limones
esquelas nunca escuelas

no hay materia para el desborde
del río, agua menos, fuego menos
lugar de nacimiento nunca
lugar de muerte tampoco
discorde acción, viendo pasar las cosas, incendios forestales
(no es lo mismo que infiernos dantescos):
atormentados novos y tormentos en contorno

escribe –es fin de año- el poema malazazazo
no es malo escribir algún poema malazazazo

lo malo
es no escribirlos, nunca.





Monday, December 02, 2013

ALLKO, PERRO NEGRO / ARMANDO ARTEAGA

ALLKO, PERRO NEGRO / ARMANDO ARTEAGA




-Allko, sufres.
¿Qué frío hace aquí en Chalhuanca?.
La mujer enrumbo por la calle principal del pueblo y llegó a la puerta del restaurant Kimsa que atendía a los comensales de la agencia-turística de viajes Wari.
La mujer compró un par de chaplas.
-Allko, qué frío hace, perro negro, duermes a la intemperie-.
Nadie te quiere, perrito.  Un día de estos te vas a morir de rabia, o te van a dar bocado, como a tantos perros callejeros.
Cielo azul serrano, cojera de perro, lágrimas de mujer, no hay que creer, reza la sentencia popular.
La mujer fue hasta los puestos de comida del Mercado.  Las otras mujeres vendedoras estaban ocupadas con las candelas de las cocinas preparando los desayunos: el caldo de cabeza de carnero, el arroz con papas fritas, las cachangas.
-Allko, vas a morir, no mereces seguir viviendo.
La mujer se sentó en uno de los puestos de comida y pidió un rachi, mondonguito italiano con laurel, estaba rico, se miraba bien, y tenía color.  La mujer comió lentamente, elegantemente.
-Allko, perro, tienes que morir.
La otra mujer que cocinaba le dijo a la mujer que comía lentamente, mucho frío, casera, toma cafecito, calientito.
La mujer terminó y pagó la cuenta.
-Te vas a morir, toda la noche has aullado, perro, allko!.
Perro negro, hombre de poncho nogal, enamorador, allko  mujeriego, fiestero,  guitarrero. Don Plácido: el agua, el alcalde, la chacra, el profesor, el hombre de mil oficios para solucionar mil problemas.  Papá Plácido!, le llama la gente de este pueblo en las minkas, sí. Plácido Aucahuasi, un misti enamorador de las cholas, desde que era mocete, de maktillo. Ahora cuarentón seguía igual, embuatero, embaucando mujeres, perjudicando warmis, emborrachándose en las ferias y en las fiestas patronales, paseándose elegante con el brioso caballo negro que nunca lo abandona, cantando en las cantinas: mi mojera y mi caballo…, perro negro, ya nadie te soporta.  Allko, el frío hace castañear las muelas, temblar las corvas, perro, perrito negro faldero, no me sigas engañando, no me sigas persiguiendo -meditaba la mujer arropándose en su chal negro-.
-Te regaño, allko!.
-Te vas a morir, toda la noche has aullado, perro, allko!.
La primera tienda de la Plaza Principal era la ferretería Rex & Fast que abría sus puertas temprano.  Don Cirilo Dongo apenas se deslegañaba los ojos.
La mujer empezó a llorar en silencio. Su alma estaba enferma.  Legañas de perro debí ponerme en los ojos, para ver mejor las cosas de la vida –pensó-.
-Un veneno pa´ratas, “El Campeón”-pidió la mujer .  Acurrucando más sus brazos a su cuerpo, cubriéndose ante el frío, en su chal negro. Ahora voy hacer comprender a este perro.  Pagó un sol de oro por el pequeño "sobre” de colores.
-Allko, cuando aúllas me atormentas-murmuró-.  Te vas  a morir, perro.  Ni el Señor de Animas te va a salvar.
Por fin el perro callejero, tan fisgón,  abandonó a la mujer en el mismo Centro de la Plaza, se fue por otra ruta, olfateando otros problemas de la vida.  Tras alguna otra perra en celo, debe estar ahora. 
-Te sacaré de este infierno, pecador –pensó la mujer-.  ¿Porqué  los aymarinos son tan así, dejados?.  Se dejan pisar el poncho por los forasteros, vienen los puneños y hacen plata por estos lugares, venden sus baratijas,  se compran las mejores casas de los principales, los mejores ganados, …y los yanaquinos, los sañayquinos, los torayinos, los sorayinos, los capayinos, nada, todos, siempre pobres, trabajando como burros, con frío, con legañas, muriendo, con ojos rojos, llorando en silencio.
Iba pensativa la mujer de reboso negro cubriéndose con los brazos cruzados, dubitativa, espontaneas, metida en sus propios pensamientos, en su mar de preocupaciones.

Cipriana Mamani era una mujer inteligente, esa mañana, siempre astuta, pero vengativa.

Le preparó el desayuno a su esposo.  En el quaker con leche le dejó caer el polvo del sobre del veneno pa´ratas.

-No se puede vivir sin el amor, allko!.
-Pa´rato estoy aguantando vivir en este pueblo.

La mujer salió de su casa para seguir con las tareas diarias de la chacra, a cuidar los alfalfares, los maizales que se los arrasan los loros.

Por sí los loros, dejó todo arreglado. 

En la noche, cuando regresó, jalando su vaca.

Un grupo de señoras la espera en la entrada del barrio de Kanchuillca.

-Tu marido se ha muerto.
-Tu marido se ha suicidado. 


Saturday, October 05, 2013

ANTOLOGIA DEL MICRORRELATO MEXICANO: LOS PRECURSORES / Por Armando Arteaga

ANTOLOGIA DEL MICRORRELATO MEXICANO: LOS PRECURSORES
  
Por Armando Arteaga
*
El microrrelato tiene en México un enorme prestigio.  Es en realidad su prosa de observatorio que puede mostrar al mundo.  Sus precursores tenían conciencia literaria de la síntesis, de la técnica literaria y  de un buen manejo del argumento y el lenguaje depurado.  Genaro Estrada, Mariano Silva y Aceves, Carlos Díaz Dufoo, Alfonso Reyes Ochoa, Julio Torri, y Max Aub, fueron escritores que sobrepasaron “el modernismo”  de las letras mexicanas para entrar en la modernidad del siglo XX.  Verdaderos precursores literarios que animaron y desarrollaron el microrrelato, y que avistaron a otros escritores de la modernidad mexicana como  Juan José Arreola y Augusto Monterroso, que le han dado un enorme prestigio al microrrelato mexicano. (A.A.)

Genaro Estrada (1887-1937)


Nació en Mazatlán, Sinaloa. Fundó  revista Argos y trabajó en la Revista de Revistas. Enseñó en la Universidad Nacional Autónoma de México y fue miembro de la Academia mexicana de la Lengua. Obras publicadas: Nuevos poetas mexicanos (1916), Lírica mexicana(1919), Bibliografía de Amado Nervo (1925) y Genio y figura de Picasso(1935). Poesía: Escalera (1929) y Paso a nivel (1933). Novela: Pedro Galin (1926).

El mendigo

Un oidor y un clérigo pasaban aquella noche por la acera del Real Palacio, empeñados en debatir los sucesos de Guanajuato. Graves noticias llegaban de la Intendencia acerca de motines, actos violentos contra los españoles.
—Y sépase vuestra merced que esas gentes no pueden nada contra el orden establecido —dijo el oidor doblando la esquina de la Moneda.
—Dios protege nuestra santa causa y nos conservará unidos a la Corona por los siglos de los siglos —agregó el clérigo mientras hacía una reverencia al palacio del arzobispo, por cuyo frente atravesaban en aquel instante.
Un mendigo les cerró el paso. Era un indio miserable, casi desnudo, de mirada vivaz, que tendía la mano implorando una limosna.
—Yo os aseguro —reanudó el clérigo— que Nuestra Señora de los Remedios…
—¡Por la Santísima Virgen de Guadalupe, una limosna! —gimió el indio, mientras que los otros le lanzaban una profunda mirada de desprecio.
—¡Por la Santísima Virgen de Guadalupe! —volvió a suplicar frente al oidor, quien se estremeció sin causa y le arrojó una moneda.
Atrás, en el reloj de la catedral, daban las once.


 Mariano Silva y Aceves (1886-1937)

 

Nació en la Piedad de Cabadas, Michoacán. Fue miembro del Ateneo de la Juventud y secretario del Departamento Universitario y de la Universidad Nacional. En la Facultad de Filosofía y Letras, impulsó la investigación lingüística y creo las carreras de lingüística románica y lingüística de idiomas indígenas de México, donde se doctoró en 1933. Obra: Campanitas de plata(1925) 


El componedor de cuentos

Los que echaban a perder un cuento bueno o escribían uno malo lo enviaban al componedor de cuentos. Éste era un viejecito calvo, de ojos vivos, que usaba unos anteojos pasados de moda, montados casi en la punta de la nariz, y estaba detrás de un mostrador bajito, lleno de polvorosos libros de cuentos de todas las edades y de todos los países.
Su tienda tenía una sola puerta hacia la calle y él estaba siempre muy ocupado. De sus grandes libros sacaba inagotablemente palabras bellas y aun frases enteras, o bien cabos de aventuras o hechos prodigiosos que anotaba en un papel blanco y luego, con paciencia y cuidado, iba engarzando esos materiales en el cuento roto. Cuando terminaba la compostura se leía el cuento tan bien que parecía otro.
De esto vivía el viejecito y tenía para mantener a su mujer, a diez hijos ociosos, a un perro irlandés y a dos gatos negros.


Carlos Díaz Dufoo (1861-1941)

Carlos Díaz Dufoo, se dedicó al periodismo y a la dramaturgia tanto en España, lo mismo en su México natal, resultaba hasta hace poco un  desconocido. Olvido literario derivado  de una cuestión de mezquindad de tiempo  literario. Dufoo únicamente publicó ficción narrativa: Cuentos nerviosos (1901).





La autopsia

Teodora había alcanzado esa edad en que el espíritu, presa de extrañas alucinaciones, busca en los espacios fulgores desconocidos y en las flores aromas especiales. Sus ojos, abrillantados y radiantes, reflejaban la curiosidad de un alma inquieta, nacida para ser contemplada de rodillas.
Llegó al altar cuando el primer albor de la adolescencia iluminaba apenas su semblante. Allí, en aquella alcoba en donde el ángel de la dicha coloca sigilosamente su dedo en los labios, había encontrado a un hombre frío y reservado, impregnado el espíritu de problemas trascendentales, de casos patológicos, de dudas científicas.
Había pasado de su clínica á la cámara nupcial bruscamente, sin transición alguna, y se encontraba en los brazos de aquella niña como en su cátedra, delante de sus discípulos, en los solemnes momentos de una operación quirúrgica.
Teodora lloró sus desengaños mucho tiempo. Después, la costumbre había alejado las sombras que se proyectaron en su espíritu y la asediaron durante algunos años.
Todas las mañanas veía alejarse a su marido, siempre silencioso, siempre pensativo, después de una noche de insomnio, consultando al reflejo del pálido reverbero que alumbraba tenuemente la cama de palo de rosa en que descansaba ella, las obras de los maestros, sin que sus ojos, posados en aquellas páginas, revelaran una sola idea mundana, un solo destello de vida.
Todos los días, al sonar la una de la tarde, el coche del doctor estremecía las vidrieras de la casa. Momentos después, imprimía sus labios helados y descoloridos en la pensativa frente de la esposa. Comían en silencio, y él penetraba en su gabinete de estudio para no salir hasta hora muy avanzada de la tarde, cuando ya el último rayo había dejado de dorar las cumbres de las montañas.
Teodora paseaba en el bosque su amarga melancolía, y cuando las tinieblas de la noche, confundiéndose con las de su alma, envolvían los caprichosos contomos de los árboles, el coche ganaba las calles de la población, y penetraba en aquel hogar sombrío y taciturno que no turbaba el menor ruido en su reposo.
Una noche Teodora no volvió.
A la mañana siguiente, en el salón de la señora …, corría de boca en boca la noticia de que la hermosa T…, esposa del célebre doctor M…, había abandonado el domicilio conyugal en compañía de un conocido Lovelace, cuyas seducciones mundanales habíanle hecho héroe de numerosas aventuras.
En la solitaria casa de la calle de… la vida no había cambiado. Todas las tardes, a la una, el ruido de un coche estremecía las vidrieras del edificio, y el doctor, frío y silencioso, traspasaba el dintel de aquella puerta, que volvía a cerrarse al darle paso. El transeúnte que a las altas horas de la noche cruzaba aquella apartada vía pública y fijaba su vista en el edificio, podía vislumbrar un pálido rayo de luz que se desprendía de uno de los balcones.
Era el doctor que estudiaba.
II
Aquella noche el doctor había velado más que de costumbre.
Un círculo obscuro circundaba sus ojos, que parecían más cavernosos que nunca. En el fondo de aquellos huecos se adivinaban, mejor que se veían, dos pupilas fijas en un cielo plomizo de melancolía vaga y taciturna.
Salió. Leves gotas de una lluvia, finísima caían en los charcos de las aceras, produciendo pequeñas ondulaciones que se borraban un momento para dibujarse de nuevo. Los coches salpicaban de lodo a los transeúntes. Las pesadas ruedas de los carros se hundían en el fango con un chasquido glutinoso.
En el hospital, los alumnos esperaban al doctor, haciéndose mutuas confidencias de sus aventuras de callejuela. El aire húmedo de la mañana no se hacía sentir en aquella atmósfera impregnada de ácido fénico. Un paso lento y acompasado resonó en los corredores’, los cuchicheos cesaron: era el doctor.
Cuando entró en la cátedra seguido de sus discípulos, la impasible fisonomía del médico se iluminó por un momento. Sus ojos brillaron como dos ascuas de fuego, su tez marchita se coloreó un instante, su frente se levantó orgullosa y firme, y con voz sonora y metálica comenzó su explicación:
— Señores,..
Se trataba del envenenamiento por cianuro.
El doctor pretendía seguir las huellas de la intoxicación por el veneno, é investigar ciertos fenómenos que podían haberse escapado a la experiencia.
Un alumno interrumpió al profesor.
Precisamente se había llevado la noche anterior al anfiteatro el cadáver de una mujer intoxicada por el cianuro, en una madríguera de la prostitución. El cuerpo esperaba la autopsia. Animado por la fiebre de la ciencia, aquel hombre de hielo abandonó el sillón de la cátedra, y, seguido siempre de sus discípulos, penetró en la sala de disecciones.
Una plancha de mármol blanco, opacada por una leve capa grasosa, se alzaba en aquella habitación amplia, a la que daban luz dos anchas ventanas, por donde un rayo de sol, que había roto en aquel momento la obscura prisión de nubes que lo tenía envuelto, penetraba alegremente, yendo a herir un amarillento cráneo, abandonado en el rincón más apartado de la estancia.
El doctor había retirado de su bolsa de operaciones un bisturí ñexible y delgado como la lengua de una víbora. Era otro hombre, su rostro resplandecía; un fulgor extraño iluminaba aquella frente obscurecida por los insomnios; su boca se plegaba por una sonrisa de amor propio satisfecho; su nariz aspiraba con deleite aquel aire cargado de emanaciones de sangre humana.
Trajeron el cadáver.
Era el de una mujer joven y hermosa, sus formas habían sido holladas por el placer sin que perdieran el primitivo encanto de sus líneas. El vicio hizo rodar aquel montón de carne blanca y tersa, de suaves contornos y virginales redondeces.
El doctor se acercó y una palidez mortal cubrió su semblante.
Aquel cadáver era el de Teodora.
Vaciló un momento.
La misma extraña claridad que alumbraba un poco antes sus facciones, marchitas y fatigadas, apareció de nuevo en su rostro.
Se acercó a la plancha, y, buscando en el cuerpo un espacio determinado, hizo la primera incisión con el bisturí.

Alfonso Reyes Ochoa (1889-1959)


Alfonso Reyes nació en Monterrey, Nuevo León.  En Ciudad de México, estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y se graduó en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.  Alfonso Reyes, que ya apuntaba como un magnífico escritor, se exilia a Madrid (1914) donde permanecerá durante diez años, periodo de intensa actividad literaria que le merecerán ser reconocido internacionalmente como gran maestro y escritor. Borges le consideraba “el mejor prosista de habla hispana de todos los tiempos.

Las dos golondrinas

Benedictine y Poussecafé —las dos golondrinas del ventanillo— están, desde el amanecer, con casaca negra y peto blanco. A veces, se lanzan —diminutas anclas del aire— y reproducen sobre el cielo, con la punta del ala, el contorno quebrado, la cara angulosa de la ciudad.
Benedictine vuelve la primera, y se pone a llamar a su enamorado. Dispara una ruedecita de música que lleva en el buche. La ruedecita gira vertiginosamente, y acaba soltando unas chispas —como las del afilador— que le queman toda la garganta. Por eso abre el pico y tiembla, víctima de su propia canción, buen poeta al cabo.
Al fin, vuelve Pussecafé a su lado. Salta como un clown en el alambre, salta, salta. Salta sobre Benedictine ¡vuelve al aire! Y Benedictine sacude las plumas, y dispara otra vez la ruedecita musical que tiene en el buche.

Julio Torri (1889-1970)



Julio Torri nació en Saltillo, Coahuila en 1889. Se trasladó a la Ciudad de México en 1908 y un año después funda el Ateneo de  la Juventud Mexicana junto con Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Antonio Caso, entre otros. En 1913 se graduó en la Escuela Nacional de Leyes. Fue profesor de literatura española, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras. Se doctoró en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Obra: Ensayos y poemas (1917), De fusilamientos (1940), Prosas dispersas (1964) y El ladrón de ataúdes (1987).

Literatura

El novelista, en mangas de camisa, metió en la máquina de escribir una hoja de papel, la numeró y se dispuso a relatar un abordaje de piratas. No conocía el mar y sin embargo iba a pintar los mares del sur, turbulentos y misteriosos; no había tratado en su vida más que a empleados sin prestigio romántico y a vecinos pacíficos y oscuros, pero tenía que decir ahora cómo son los piratas; oía gorjear a los jilgueros de su mujer, y poblaba en esos instantes de albatros y grandes aves marinas los cielos sombríos y empavorecedores.

La lucha que sostenía con editores rapaces y con un público indiferente se le antojó el abordaje; la miseria que amenazaba su hogar, el mar bravío. Y al describir las olas en que se mecían cadáveres y mástiles rotos, el mísero escritor pensó en su vida sin triunfo, gobernada por fuerzas sordas y fatales, y a pesar de todo fascinante, mágica, sobrenatural.

Max Aub (1903-1973)



Max Aub, escritor español nacido en París y nacionalizado mexicano. Participó en la guerra civil española del lado de los republicanos. Luego de pasar por un campo de refugiados en Francia y viajar por Argelia, llegó a México en 1942 y participó activamente en la vida cultural. Su obra, más de un centenar de publicaciones, abarca ensayo, traducción, novela, teatro, poesía, y cuento. Obra: Crímenes ejemplares, La uña, Sala de espera y Signos de ortografía.

Crímenes ejemplares

―¡ANTES MUERTA! ―me dijo. ¡Y lo único que yo quería era darle gusto!

*

ERA TAN FEO  el pobre, que cada vez que me lo encontraba, parecía un insulto. Todo tiene su límite.

*

AQUEL ACTOR era tan malo, tan malo que todos pensaban ―de eso estoy seguro―: «que lo maten». Pero en el preciso momento en que yo lo deseaba cayó algo desde el techo y lo desnucó. Desde entonces ando con el remordimiento a cuestas de ser el responsable de su muerte.

*

ERA LA SÉPTIMA VEZ que me mandaba copiar aquella carta. Yo tengo mi diploma, soy una mecanógrafa de primera. Y una vez por un punto y seguido, que él dijo que era aparte, otra vez porque cambió un «quizás» por un «tal vez», otra porque se fue un v por una b, otra porque se le ocurrió añadir un párrafo, otras no sé por qué, la cosa es que la tuve que escribir siete veces. Y cuando se la llevé, me miró con esos ojos hipócritas de jefe de administración y empezó, otra vez: «Mire usted, señorita…». No lo dejé acabar. Hay que tener más respeto con los trabajadores.


Monday, September 09, 2013

Truman Capote para escribir un buen relato

Consejos de Truman Capote para escribir un buen relato

Consejos de Truman Capote para escribir un buen relato

¿Qué fue lo primero que usted escribió?
Cuentos. Y mis más desaforadas ambiciones aún giran alrededor de este género. Me parece que cuando es explorado con seriedad el cuento es la forma más difícil de escritura, y la que exige la mayor disciplina. Todo el control y la técnica que tengo los debo completamente a mi experiencia con este medio de comunicación.
¿A qué se refiere exactamente al decir “control”?
Me refiero a mantener una preeminencia estilística y emocional sobre el material. Llámelo algo precioso y olvídelo, pero creo que un cuento puede hundirse por un ritmo inadecuado en una frase —especialmente si se presenta cerca del final— o por un error en la organización de los párrafos, o incluso por la puntuación. Henry James es el maestro del punto y coma. Hemingway es un organizador de párrafos de primera clase. Desde el punto de vista del oído, Virginia Woolf nunca escribió una frase mala. No quiero decir con ello que yo practico lo que predico. Sólo trato de hacerlo, eso es todo.
¿Cómo llega uno a la técnica del cuento?
Puesto que cada cuento presenta sus propios problemas técnicos, obviamente no se pueden hacer generalizaciones al estilo de dos-y-dos-son-cuatro. Para encontrar la forma adecuada para tu cuento, simplemente tienes que descubrir la forma más natural para contar la historia. La forma de comprobar si el escritor ha adivinado la forma natural para contar su historia es la siguiente: después de leerla, ¿puedes imaginarla de manera diferente, o bien silencia a tu imaginación y te parece absoluta y final? De la misma manera como una naranja es algo definitivo. De la misma manera como una naranja es algo que la naturaleza ha hecho simplemente bien.
¿Hay recursos para mejorar la propia técnica de escritura?
El único recurso que conozco es el trabajo. La escritura tiene leyes de perspectiva, de luz y sombra, igual que la pintura o la música. Si naces conociéndolas, perfecto. Si no, apréndelas. Y entonces reacomoda las reglas para que se adapten a ti. Incluso Joyce, nuestro más extremo inconforme, era un espléndido artesano; él pudo escribir Ulises precisamente porque pudo escribir Dublineses. Demasiados escritores parecen considerar que escribir cuentos es una especie de ejercicio con los dedos. Bueno, en tales casos lo único que hacen es ejercitar sus dedos…
Entrevista a Truman Capote en “The Paris Review”

Thursday, August 29, 2013

Maiakovski / El rayo que no cesa... Guillermo Cegna



Maiakovski / El rayo que no cesa

Guillermo Cegna


Foto: Vladimir Mayakovsky

El 14 de abril de 1930, a las 10:15 de la mañana Vladimir Maiakovski se pegó un tiro en el callejón de Lubianski con el revólver que le había servido doce años antes para su papel en la película No nací para el dinero.

Militante bolchevique, a los 13 años lo detienen por primera vez acusado de formar parte de la imprenta clandestina del Partido Comunista. Luego, será detenido otras dos veces, la última en 1909 por organizar una fuga de mujeres encarceladas, por lo que cumple un año de prisión: tenía 17 años.

Vladimir V. Maiakovski, el poeta tal vez más paradigmático de los acontecimientos revolucionarios, nació en 1893, en la ciudad georgiana de Bagdadi, Rusia, en una familia campesina y pobre. Desde la época de la posguerra se identificó plenamente con el poder leninista. Escribió, tal vez para Lili Brick: "Amar /es arrancarse de las sábanas/ desgarradas por el insomnio./ El amor no es un paraíso de dulzura; /es el asalto rugiente /de una tempestad /de fuego/ y de agua". A los diecinueve años firma el Manifiesto Futurista "Bofetada al gusto público". Fundó el "Frente de la Izquierda del Arte" (LEF). Entre 1919 y 1922 trabajó para la Agencia de noticias ROSTA(3) pintando vidrieras públicas por falta de papel de diario en Rusia. Está considerado como "el poeta de octubre".

Editó poesías, escribió obras de teatro, guiones cinematográficos, canciones para el Ejército Rojo y para las instituciones del Estado obrero. Participó en las batallas teóricas de los formalistas, compuso el "Manifiesto Futurista Ruso", diseñó afiches y otros objetos molestos. Fue amigo de Shklovski y enemigo de Gorki y Marinetti. En 1948 los estadounidenses prohibieron la reedición de los poemas de Maiakovski en Alemania, que estaban ya traducidos, editados y dispuestos para la venta.

Contínuamente perseguido por la burocracia revolucionaria, el 9 de marzo de 1930 el diario Pravda realiza una dura crítica titulada "Sobre los caprichos del izquierdismo" en contra de su obra teatral Los Baños. Decía: "la intelectualidad pequeño-burguesa revolucionaria, que se unió al proletariado cuando ya se había definido y establecido firmemente su victoria, comienza a sentirse la sal de la tierra. Desconectada del pasado proletario, de su tradición de lucha, la intelectualidad tiende a considerarse como más a la izquierda, más revolucionaria que el proletariado mismo. No cabe duda de que oímos una falsa nota izquierdista en Maiakovski". Antes de suicidarse escribió:

¡A todos!
No se culpe a nadie de mi muerte y, por favor,
nada de chismes. Lili ámame.
Camarada gobierno, mi familia es: Lili Brik, mi madre, mis hermanas y Verónica Vitaldovna Polonskaya.
Si se ocupan de asegurarles una existencia decente, gracias.
Por favor den los poemas inconclusos a los Brik,
ellos los entenderán.
Como quien dice
la historia ha terminado.
El barco del amor
se ha estrellado
contra la vida cotidiana
Y estamos a mano
tú y yo
Entonces ¿para qué
reprocharnos mutuamente
por dolores y daños y golpes recibidos?(4)

Vidriera 1/ Teatro (desesperadamente silbada)

Mientras sus compañeros futuristas vestían glamorosos trajes, la blusa amarilla, remedo de la vestimenta del obrero ruso, era la prenda habitual de Maiakovski. Como Einstein, a quien admiraba, para no tener que elegir qué ponerse, compró en serie las camisas.

Puede decirse que la obra de Maiakovski se articuló alrededor de tres ejes de tensión:

*Arte al servicio de la comunidad vs. Arte al servicio del YO.

*Afán de comunicar al pueblo vs. incomprensión del pueblo del lenguaje utilizado.

*Revolución formal vs. Revolución social.

Maiakovski percibe la respiración del mundo futuro latente en lo cotidiano y próximo. Es el entusiasmo dinámico de ese sentimiento el que le hace aullar -como Dadá- transgredir, declamar en los cafés, circos y teatros de Moscú, llamando a las masas en sus poemas y aunando la revolución formal del Futurismo con la revolución social. Nunca dejará de arrojar dardos a toda clase acomodaticia que gobierne su patria.

Su primera obra de teatro(5) Vladimir Maiakovski, pieza teatral en verso, fue estrenada el 2 de diciembre de 1913, y debe su nombre al azar. Tuvo lugar en el teatro Luna Park de Petrogrado, por la compañía del Primer Teatro Futurista del mundo, integrada casi en su totalidad por estudiantes aficionados, representando el propio Maiakovski en el rol principal. Un inopinado error al registrar la obra hizo que se confundiera el título con el autor, pasando de llamarse La rebelión de los objetos al homónimo autoral.

La obra constaba de dos partes, un prólogo y un epílogo. Al lado del protagonista, el poeta Maiakovski, se movían una serie de siluetas fantásticas, de horrorosos muñecos: el hombre joven, el hombre al que le falta una oreja, el hombre descabezado, el milenario Matusalén, la mujer de las lágrimas grandes, la mujer de las lágrimas pequeñas, que venían a ser como la deformación de las ideas del poeta y de la realidad que le rodeaba al ser reflejada por espejos cóncavos y convexos. Al levantarse el telón, se veía la plaza de una ciudad en la que se celebraba una estrepitosa fiesta de mendigos, pero la alegría es sólo aparente, porque, en realidad, una sombra de tristeza se extiende sobre la ciudad. Muy pronto los mendigos se rebelan contra los poderosos y los objetos se rebelan contra los hombres. El poeta aparece sólo en el escenario y dice:

Jamás comprenderéis
por qué yo,
tranquilo,
entre un vendaval de burlas,
llevo en un plato el alma
al festín de los años futuros.
Por el carrillo rasposo de las calles,
resbalando como lágrima inútil,
yo,
quizá sea
el último poeta.

La marca fuerte del "yo lírico" opuesta frente a un "ellos", el conjunto de la sociedad, subraya la incomprensión inevitable de sus palabras. El incipiente futurismo ruso, había acostumbrado al público a mofarse de ellos. Los intentos de llevar a cabo obras de teatro no pasaban de ser meros sketchs satíricos de difícil comprensión. En ese marco, el público conocedor de ese pacto, queda atónito ante la sobriedad de la puesta maiakovskiana. Esos espectadores presencian, sin saberlo, una situación venidera: la fragmentación del futurismo ruso. Poco tiempo más tarde en el mismo monólogo inicial el poeta declarará:

Les mostraré
con palabras
sencillas, como un mugido,
nuestras nuevas almas,
zumbantes,
como arcos de lámparas.
Apenas toque con los dedos vuestra cabeza
os crecerán labios
para enormes besos
y una lengua
afín a todos los pueblos.

El poeta "tranquilo" ante un "vendaval de burlas" confía en el futuro, su trabajo no está alejado del hombre ordinario, va por la calle pero como un esfuerzo inútil, puesto que hay una disociación entre presente y futuro. En este presente tal vez, él sea el último poeta, el último que pueda cantar los versos de la revolución, del futuro, de lo por venir. El presente está vacío, el futuro lleno de posibilidad, y poblado de electricidad y máquinas. El futurismo es para Maiakovski un lenguaje, la posibilidad formal de revestir de signos su utopía: la comunión de los pueblos, la abolición de las clases, el triunfo del proletariado. Su posición de "último poeta", que hiperboliza la figura del vate, lo transforma en el conductor, el medio para llevar a cabo la utopía.

Maiakovski perfila sus reflexiones, busca el estilo apropiado y, sobre todo, pretende crear una escuela nueva que lo lleva a integrar agrupaciones literarias que, en términos generales, siguen sus prédicas, sus reglas. Menciono sólo cinco de ellas y su definición poética:

1. La poesía es un oficio.
2. La originalidad de los materiales y los procedimientos creativos resultan indispensables.
3. El poeta debe encontrarse siempre en el centro de las cosas y de los acontecimientos sociales. Debe conocer la teoría económica, la vida real, la historia científica. Todo ello es parte vital del trabajo poético.
4. El poeta debe representar los intereses de su clase.
5. Hay que romper con la tesis del arte apolítico.

El poeta se burla de las corrientes anteriores al movimiento futurista y declara:
La poesía no consiste en levantar la cabeza hacia el cielo en un rapto de inspiración, para que poco después, la celestial poesía descienda sobre la calva del poeta en forma de paloma, avestruz o pavo real. El trabajo de Marx contra el idealismo hegeliano es cabal en este sentido.(6)


A lo largo del argumento de la obra, el poeta pasará a ser objeto de consulta y de admiración por parte de los habitantes de la ciudad. Ha sido nombrado príncipe pero algo comienza a andar mal. Los ciudadanos le dedican sus lágrimas como ofrenda, mientras sus hijos mueren. Las mujeres lo consultan. Un hombre que exhibe dos besos declara que hasta en el cielo algo no está bien:

Las nubes se entregan al cielo,
fofas y viles.
Se acaba el día.
Las mozas del aire también ansían oro,
sólo piensan en el dinero.

Una de las obsesiones de Maiakovski será la monetarización social, el traslado trágico de los valores de uso a los valores de cambio. Está temática recorre de alguna manera toda su obra, uno de los puntos álgidos de su desarrollo será, justamente, la película No por dinero de 1918, relacionada -incluso- con su muerte.

Durante el desarrollo de la obra el poeta -protagonista, Maiakovski que actuaba de sí mismo- descubre el tráfico, la producción en cadena de nada menos que, besos. Le cuentan cómo un beso hizo ahorcarse a un hombre antes de que pudiera aprisionarlo en un portarretratos. Los besos son niños que surgen de las fábricas y se presentan así ante la gente donadora de lágrimas y ante el poeta.

El poeta, quien recoge las lágrimas de las mujeres del pueblo, asustado, apenas consigue hacer la valija. Sabe que tirará esas lágrimas al mar, y volverá,

a recorrer la ciudad
dejando
en las lanzas de las casas
al alma a jirones.
(...)
Yo
Con mi carga
iré
a tropezones,
arrastrándome
más
hacia el norte, (...)
arrojaré vuestra lágrima
al Dios oscuro de las tormentas
en el inicio de las fieras.

Hasta entonces seguirá siendo el mismo paria visionario. La obra acaba con otro monólogo a modo de epílogo definitivo donde se plasma una contradicción: la escasez de medios de hacerse entender por el pueblo:

Escribí todo esto
de vosotros
pobres ratas.
Sentí no tener pechos:
Os alimentaría como nodriza bonachona.

La acusación de no ser comprendido por el pueblo se basa, como en el Dadaísmo, en consideraciones de tipo formal. El uso de Maiakovski de elementos populares, tradiciones de la Edad Media, teatro de marionetas y artes circenses, muestra un intento por despegarse del futurismo llano. Quizás sea éste el poeta que mejor comprendió el cambio en las artes a partir de la vanguardia, la descomposición de un objeto en sus elementos constitutivos. Esto le posibilita usar la técnica futurista pegada a una tradición tan antigua.

En el Cabaret Linterna Roja fundado por el grupo de Maiakovski, se van a dar a conocer los lineamientos de esta llamativa tendencia que pudo fusionar elementos del pasado con lo más novedoso y generar, así, en el espectador, otro placer estético. No entraré aquí en las particularidades del Futurismo Ruso, sin embargo, considero imprescindible señalar la importancia del surgimiento de una línea disidente que de asumió como suya la norma antiburguesa, volviéndose completamente radical: el Cubofuturismo. Habrá entonces un "Futurismo de salón", burgués, imitativo y light y ellos. Cabe señalar que como todo movimiento de vanguardia que se precie de serlo, en el Cubofuturismo también había disidencias internas que llevaron a Maiakovski a enfrentarse con todos. A raíz del estreno de Vladimir Maiakovski, él, junto a Kamenski y David Burliuk emprenden una gira por provincias para dar a conocer las ideas del cubofuturismo. En el Cabaret entonaban su propio himno que tal vez pudiera ser una canción Dadá:

Comamos piñas,
bufones estúpidos,
mientras quede con vida
el último burgués.

Las obras de teatro de Maiakovski escandalizaban. Durante la primera representación de Vladimir Maiakovski, el público mantuvo una actitud despectiva. El actor Mguébrov, cronista de lo que ocurrió en el Luna Park de Petrogrado, narra:

Maiakovski llevaba su habitual blusa amarilla; iba de un lado para otro, fumaba de una forma natural, como si no estuviera en un escenario. A su alrededor se movían los muñecos. En sus movimientos y en sus palabras había algo de incomprensible y terrorífico, pero ¿es que acaso la vida no resulta también incomprensible y no está a veces llena de aconteceres terroríficos? Los espectadores se veían forzados a escuchar con atención y con sus comentarios llegaban casi en algunos momentos a representar el papel del coro. En efecto, cuando el poeta se dirige a los miserables muñecos gritando con su voz potente: "Vosotros, pobres ratas....", la sala se llenó de murmullos y risas contenidas que parecían sugerir el tímido arañar de las ratas a una puerta cerrada. Y en la escena final, el público comenzó a gritar: "No te vayas, Maiakovski"(7).

Al finalizar estalla la tensión acumulada: demasiado remover en las heridas de la época para un público adocenado que se sentía atacado en lo más íntimo. Maiakovski en su autobiografía recuerda con orgullo que la obra fue "desesperadamente silbada". El objetivo de los cubofuturistas se cumplía poco a poco.

Boris Pasternak expresó la sensación que la tragedia de Maiakovski había producido en él:

El poeta ha logrado reunirlo todo en su tragedia. Las calles de la ciudad, los perros, los álamos y las mariposas. Los peluqueros, los panaderos, los sastres, y las locomotoras... La obra tiene las mismas últimas dimensiones lejanas y misteriosamente vagas que la Tierra. Toda ella se encuentra llena de esa inspiración insondable sin la cual no puede haber originalidad, de ese infinito, que parte de no importa qué momento de nuestra vida y en no importa qué dirección, sin el cual la poesía no es otra cosa que un bello conjunto de palabras vacías(8).


Notas

(4) Los textos poéticos fueron extraídos de Poemas 1913-1916 y Poemas 1917-1930, Traducción de José Fernández Sánchez, Visor Libros, Madrid, 1993.

(5) El conocimiento del mundo del circo y la mixtura de técnicas teatrales y circenses se plasmará en su trabajo, escribía guiones para el payaso Lazarenko donde en forma de mordaz iba dando cuenta de personajes famosos que no parecían ponerse manos a la obra en la tarea de la reconstrucción posterior a la revolución y guerra civil rusas. Incluso llegó a actuar personalmente en el circo, fueron muy comentadas sus apariciones, recitando versos subido al lomo de un elefante blanco.

(6) De Poesía y revolución, Traducción de J. Fuster y M. A. Oliver, Barcelona: Península, 1971. p 25.

(7)José Hesse, Vladimir Maiakovski, Editorial Epesa, Madrid, 1971

(8)Hesse, Ob.Cit. 45

Bibliografía

" Maiakovski, Vladimir La chinche y El baño, (Trad. V. Imbert), Madrid: Edaf, 1964
-------------------------- Misterio bufo, (Trad. V. Imbert), Madrid: Cuadernos para el Diálogo, 1971
--------------------------- Poemas 1913-1916, y Poemas 1917-1930, (Trad. J. Fernández Sánchez)
Madrid: Visor Libros, 1993
--------------------------- Conversaciones con el inspector de impuestos y otros poemas,
Barcelona: Ediciones 29, 1997
--------------------------- Vladimir Maiakovski o La rebelión de los objetos, (Trad. J. Hesse),
Madrid: Fundamentos, 1972
---------------------------- Poesía y revolución, (Trad. J. Fuster y M. A. Oliver), Barcelona: Península, 1971
--------------------------- Yo mismo. Cómo hacer versos, (Trad. A. García Tirado y E. Soldevilla,
Barcelona: Alberto Corazón, 1947.

" Antología poética, (Preliminar, selección y traducción Lila Guerrero), Buenos Aires: Losada, 1985
" Benjamín, Walter "El Flaneur", en Poesía y Capitalismo. Iluminaciones II. Madrid: Taurus, 1980.
" Hauser, Arnold "Bajo el signo del cine", en Historia Social de la Literatura y el Arte, Tomo II. Madrid: Debate, 1998.
" Hesse J. Vladimir Maiakovski, Madrid: Epesa, 1971
" Hulten, Grassi, Venice y otros, Futurism and Futurisms. New York: Phaidon Press Limited, 1986.
" Nakarov, A. Antología de la poesía soviética, Madrid: Júcar, 1974
" Revista "Kommunist" nº 18 / 1957.
" Shklovski, V. "El arte como artificio", en Teoría de los Formalistas Rusos. Bs.As.: Siglo XXI, 1970.
" Triolet, E. Recuerdos sobre Maiakovski, Barcelona: Kairós, 1976
" Tzara T. Siete Manifiestos Dadá, Barcelona: Tusquets, 1999 [1918].


Ver:
Henciclopedia

Jorge Teillier: Sergei Esenin, el último poeta de la aldea

Jorge Teillier:

Sergei Esenin, el último poeta de la aldea

Foto: Sergei Esenin en 1916.


Una tarde antes de la Navidad de 1925 un sombrío viajero pedía alojamiento en el Hotel Angleterre de Leningrado. Durante tres días yace en su cuarto, sumido en estado de ebriedad. Termina por ahorcarse, no sin antes dejar escrito con su propia sangre un poema que termina diciendo: "Hasta pronto, amigo mío, sin gestos ni palabras, / no te entristezcas ni frunzas el ceño. / En esta vida el morir no es nuevo / y el vivir, por supuesto, no lo es". Quien se suicida a los treinta años de edad dejando como testamento estas líneas es Serguéi Esenin, considerado junto a Maiakovski y Boris Pasternak como el más importante de los poetas ruso-soviéticos, siendo los tres considerados como lo señala Sophie Laffitte: "figuras mitológicas contra el fondo apocalíptico de la Revolución".

La vida de Esenin se inicia como una especie de cuento de hadas. Nació en el centro mismo de Rusia, en la aldea de Konstantinovo, cerca de Riazán. Hijo de campesinos, sus padres lo habían destinado a ser preceptor primario, pero rehusó continuar sus estudios, para dedicarse a la poesía, para la cual desde su infancia había mostrado la más viva disposición. "Serguéi Esenin, más que un hombre es un órgano que ha creado la naturaleza exclusivamente para la poesía", dijo Máximo Gorki cuando lo conoció. Desde niño escuchaba a los poetas populares errantes y repetía sus canciones, a la vez que componía las propias. Se unía a los peregrinos para visitar las catedrales, admirar los íconos, haciendo una vida de vagabundo y nómade. "En el transcurso de uno de esos peregrinajes -cuenta Franz Hellens-, Esenin cantó sus poemas, a los peregrinos que esperaban el tren agrupados en una pequeña estación.

Conmovió en tal forma a esas almas simples, que los hizo llorar; un viejo se salió del grupo, y aproximándose al poeta, tembloroso de alegría, desanudó el pañuelo que le servía de monedero y sacó de él cincuenta kopeks, toda su fortuna para el camino, que obligó a Esenin a aceptarlos".

El renombre del poeta campesino se extendió más allá de su aldea y un funcionario que lo tomó bajo su protección, lo llevó a leer sus versos ante los zares. "Seguirá la luna creciente o menguante / derramando sus remos por los lagos. / Y la Rus, como siempre vivirá, bailará y llorará botada en el camino". La Emperatriz halló que los versos eran "demasiado tristes". "Rusia es así" le contestó el poeta.

Esenin empieza a oír el llamado de la venidera Revolución, ese sordo fragor como de un mundo que se derrumba que escuchaba Blok mientras escribía Los 12 y entra a formar parte del grupo dirigido por Ivanov-Razumnik, ideólogo del "socialismo místico" proclamador que en "el socialismo el sufrimiento del mundo salva al hombre", al revés del cristianismo; y que Rusia es revolucionaria y orgánicamente socialista, en contraposición al Occidente burgués, individualista y ateo.

En Moscú, Esenin obtiene una fulminante popularidad, ya surge su fama de "camorrista y escandaloso", seduce a todos con su figura de joven de cabellos rubios y ojos azules. Poéticamente, encabeza el grupo de los Imaginistas, pero lo abandona prontamente y declara que "lo importante no es la imagen, sino el sentimiento poético del mundo". Su expresión poética proviene del sentimiento ancestral del campesino que ignora las comparaciones abstractas y para el cual todo objeto es definido en comparación con otro objeto. Así, para Esenin los sauces son ancianos, el sol una rueda, la aurora una gata que se lava en el tejado, la tierra una nodriza, la luna una miga o una oveja. Se puede decir de la poesía de Esenin lo que se dijo en su tiempo de la poesía de Francis Jammes: "que aparece como una muchacha desnuda en el rocío", rompiendo el aire enrarecido que había traído el simbolismo de Balmont y Merezhkovski a la poesía rusa. Parece no estar escrita con palabras, sino con surcos de arados, bosques, perros que ladran a la luna (Volodia Teitelboim en su ensayo Hombre y Hombre compara la poesía de Esenin con la de nuestro Juvencio Valle). La poesía de Esenin se singulariza por ser un intento de revivir la tierra natal y los días de infancia -esas hermanas gemelas- que constituyen el "paraíso perdido", en este caso el mundo campesino estable y ordenado. Mientras para Maiakovski era preciso escupir sobre el pasado y la poesía era un vehículo para transformar el mundo, Esenin -aunque desgarrado por contradicciones internas- fundamentalmente se volvía hacia un mundo pasado, al que presentía condenado a desaparecer, tal como en un poema en el cual describe un caballo que se esfuerza inútilmente por alcanzar una locomotora.

Al llegar la Revolución de Octubre, Esenin se pone de lado de los bolcheviques, escribe poemas revolucionarios y un largo poema "Inonia" ("Otra") en la cual -influido por el poeta Nicolai Kliúiev- expone su mesianismo campesino, según el cual la Revolución traerá a Rusia el reinado del mujik, el paraíso terrestre aldeano. Lo que halló expresión artística en la poesía de Esenin, dice el crítico Suren Gaisarian, "fue el sueño con el justo país del mujik, y en ese sueño se mezclaban caprichosamente los sentimientos y estados de ánimos más contradictorios. El secular apego a la tierra, la exaltación del atraso de la aldea y el miedo a la ciudad. El anhelo de acabar con la vieja vida y el desconocimiento de las auténticas vías de lucha, el temor a los cambios. El ingenuo carácter soñador y la animadversión a los señores. Plegarías, óleos sagrados y granujadas, golfería, sobre todo entre la juventud campesina. "Fuerzas ciclópeas y debilidad de espíritu, impotencia". La popularidad de Esenin se acentúa durante los tiempos de la Revolución, en los cuales en las ciudades la poesía oral o escrita es el género más apetecido hasta por los tranquilos burgueses, y desplaza a la prosa en plazas y cafés como lo describe Ilya Ehrenburg en sus Memorias. Pero la Revolución se desplaza política y económicamente en un sentido distinto al que esperaban Esenin y los poetas campesinos. "El comunismo es el poder soviético más la electricidad" decía Lenin. La Revolución ha sido fundamentalmente obra del proletariado industrial que dirigido por los bolcheviques empieza a hacer salir de su letargo al coloso ruso.

"Edificación", "Cemento", "El torrente de hierro" son las obras de éxito, que la situación requiere. Aunque Esenin escribe poemas revolucionarios como "Anna Sniéguina", "Lenin", "Balada de los 26" empieza a acentuarse su desajuste con la realidad. Su poema dramático "Pugachov", biografía del héroe rebelde cosaco del siglo XVIII, en el fondo exaltación del individualismo anárquico, es mal acogido por la crítica. Esto aumenta su depresión, su afición a la bebida. Entretanto aparece en la URSS como un meteoro la bailarina Isadora Duncan, que se une en matrimonio con el poeta (1921) y lo lleva consigo, para darlo a conocer en el Occidente. Aparecen sus primeras antologías en Alemania y Francia. Pero Esenin que hasta se negaba a hablar en un idioma que no fuera el suyo, se sentía totalmente desambientado en el extranjero. "Occidente es el reino del dólar, del fox trot, de la espantosa pequeña burguesía, siempre vecina a la idiotez", escribía a su amigo Marienhof. Y añadía: "Aquí hasta los pájaros se posan sólo donde les está permitido". Después de numerosos incidentes y escándalos vuelve a su tierra, en donde siente acentuarse sus contradicciones interiores, por los cambios revolucionarios. En un poema expresa su deseo de "remangarse los pantalones y correr en pos del komsomol". Y en "De vuelta a la patria" exclama: "Yo veo / que más triste, más desolados parecen mi madre y mi abuelo / más alegre, y sonriente el rostro de mi hermana. / Para mí, sin duda / Lenin no es un ícono / pues yo conozco el mundo. / Pero amo mi hogar. / Y mi hermana comienza / abriendo como una biblia el Capital ventrudo / a hablarme de Marx y de Engels. / jamás, en ninguna estación / yo he leído, por cierto, esos libros...".

Sergei Esenin e Isadora Duncan.
Llegan los años de la NEP, calificada por los críticos soviéticos como la "época más tenebrosa en la vida y la obra del poeta". Escribe Las tabernas de Moscú, en donde describe su vida de "hooligan", de desplazado social. La inadaptación, los fracasos sentimentales, la dipsomanía lo llevan al suicidio. "El pueblo ha perdido a su resonante guitarrero borrachín" escribió reprobatoriamente Maiakovski, el que se suicidaría cinco años más tarde "al estrellarse la barca del amor contra la vida".

En sus momentos de depresión Esenin consideraba que su poesía resultaría superflua en una nueva sociedad. Sin embargo, como le decía su amigo el pintor Rybikov, el triunfo del socialismo no significaba necesariamente que se terminaran los sauces y los atardeceres. Hoy día, Esenin es considerado uno de los grandes de la poesía soviética, sigue siendo uno de los favoritos del público, sus obras se editan en miles de ejemplares.
Al entregar por primera vez en habla castellana una antología de su obra poética, por supuesto nos enfrentamos a una tarea casi insuperable, como es costumbre decir en los traductores, máxime considerando que la poesía de Esenin está íntimamente ligada a una musicalidad de la palabra que necesariamente se pierde al verterse a otro idioma. Sin embargo, confiamos en que "el espíritu que sopla donde puede" ha estado con nosotros y aunque sea en un espejo turbio, el lector encontrará la huella luminosa del "último poeta de la aldea". Por último, pensamos que no es una casualidad que, este libro aparezca en un momento crucial de la historia de nuestro país, en cierto modo semejante en el aspecto agrario al Octubre en el cual los campesinos esperaban oír "cantar el gallo rojo". Serguéi Esenin en los días que vivimos es un poeta nuestro, no lo dudamos. 

Prólogo de Jorge Teillier al libro "La confesión de un granuja". Antología Poética . Editorial Universitaria 1973.


Pequeña confesión.
En memoria de Serguei Esenin.

Si, es cierto, gasté mis codos en todos los mesones.
Me amaron las doncellas y preferí a las putas.
Talvez nunca debiera haber dejado
el país de techos de zinc y cercos de madera.
En medio del camino de la vida
vago por las afueras del pueblo
y ni siquiera aquí se oyen las carretas
cuya música he amado desde niño.
Desperté con ganas de hacer un testamento
- ese deseo que le viene a todo el mundo -
pero preferí mirar una pistola
la única amiga que no nos abandona.
Todo lo que se diga de mí es verdadero
y la verdad es que no me importa mucho.
Me importa soñar con caminos de barro
y gastar mis codos en todos los mesones.
"Es mejor morir de vino que de tedio."
Sin pensar que pueda haber nuevas cosechas
da lo mismo que las amadas vayan de mano en mano
cuando se gastan los codos en todos los mesones.
Talvez nunca debí salir del pueblo
donde cualquiera puede ser mi amigo,
donde crecen mis iniciales grabadas
en el árbol de la tumba de mi hermana.
El aire de la mañana es siempre nuevo
y lo saludo como a un viejo conocido,
pero aunque sea un boxeador golpeado
voy a dar mis últimas peleas.
Y con el orgullo de siempre
digo que las amadas pueden ir de mano en mano,
pues siempre fué mío el primer vino que ofrecieron,
y yo gasto mis codos en todos los mesones.
Como de costumbre volveré a la ciudad
escuchando un perdido rechinar de carretas
y soñaré techos de zinc y cercos de madera
mientras gasto mis codos en todos los mesones.


Ver: 


Imaculada Decepción