Monday, April 03, 2006

DESAFÌO AL ESTABLISHMENT

 INMIGRACIÓN: Desafío al establishment
Alberto Avilés Senés
29 de marzo de 2006

This is only a warning (esta es sólo una advertencia), rezaba una pancarta en la marcha de más de medio millón de inmigrantes que el sábado nos lanzamos a la calle en Los Ángeles, California, a exigir respeto a nuestros derechos. En esta cinco palabras se resumión un nuevo fenómeno que de ahora en adelante marcará el paso de las luchas sociales en Estados Unidos.

Esta manifestación es la mayor movilización de migrantes en la historia de la Unión Americana y la mayor concentración jamás habida en Los Ángeles, superior incluso a las protestas que en 1994 escenificaron unas 150 mil personas oponiéndose a la Propuesta 187, de infame memoria, que pretendía despojar a los inmigrantes y sus hijos de servicios básicos.
La 187 procuraba también convertir en denunciantes obligados a todos los empleados públicos cuando hubiera “sospecha” de que alguien estaba en el país de manera indocumentada. Y si bien fue aprobada en ese año por los electores (25% de ellos latinos), la medida fue desafiada judicialmente y jamás entró en vigor.
Doce años después, en este país está diseminándose un movimiento de reivindicación laboral y de derechos civiles, encabezado y compuesto casi exclusivamente por migrantes, que nace con mucho mayor fuerza de la que mostraron los anteriores —incluyendo las luchas sindicales de Chicago en el siglo XIX, o el pronunciamiento estudiantil (los famosos walkouts) y la Moratoria Chicana en Los Ángeles en los 60—, equiparable sólo al movimiento de los derechos civiles que encabezó el reverendo Martín Luther King también en los 60 .
En las últimas dos semanas, en más de 15 ciudades, literalmente cubriendo todas las regiones del país, han habido marchas de protesta protagonizadas por migrantes que supera todas las marcas históricas de asis-tencia.
Durante la marcha del sábado en Los Ángeles, llena de color y de ingenio en las consignas y pancartas, no hubo un solo arresto y no se registró ningún incidente violento.
Pero no es únicamente el tamaño de las concentraciones lo que define a este movimiento. Los migrantes latinos recientes (aquí todos somos migrantes, excepto los indios nativos), hemos perdido el temor a ganar la calle, y a ello se han sumado factores decisivos como el enérgico apoyo de los medios de comunicación, los clubes y federaciones de oriundos, la Iglesia Católica y políticos como el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, quien fue uno de los convocantes a la marcha y orador principal al culminar ésta en las escalinatas de la alcaldía.
En un artículo editorial que publicó la semana pasada The New York Times, el cardenal Roger Mahony, arzobispo de Los Ángeles, advirtió que su arquidiócesis desobedecería cualquier ley que prohibiera prestar asistencia a personas indocumentadas, como propone la iniciativa de ley HR 4437, que fue ya aprobada por la Cámara Baja y aguarda la confirmación o el rechazo del Senado estadounidense a finales de este semana.
Dicha ley, que convierte en criminales no sólo a los inmigrantes indocumentados sino también a toda persona que les dé trabajo o les auxilie de cualquier manera, ha sido el centro de las protestas que han cundido en el país (Chicago, Los Ángeles, Denver, Charlotte, Tucson, Sacramento, Trenton, Washington, D.C., Phoenix, Milwaukee, Cleveland, Atlanta, Kansas City, San Francisco, y contando...).
Si la simple amenaza de que una ley draconiana pudiera promulgarse ha generado todo este clamor, imaginemos qué podría ocurrir en caso de que fuera aprobada.
La otra buena noticia es que en Estados Unidos el establishment sólo reacciona cuando tiene enfrente una fuerza que lo amenaza. Las conquistas laborales hoy vigentes tuvieron su origen en el movimiento sindical de Chicago; la legislación de los derechos civiles fue producto de la enorme presión que ejerció el movimiento del reverendo Martin Luther King, y ahora en las universidades del país estudia un número cada vez mayor de latinos debido al excepcional desafío que representó la Moratoria Chicana.
Sin adelantar vísperas, bien podríamos afirmar que después de andanada tras andanada de los pequeños pero ruidosos sectores racistas de la sociedad, los migrantes latinos de este país empiezan a comprender que su destino no está en manos de quienes los defienden, sino en las suyas propias.
 Alberto Avilés Senés es periodista mexicano radicado en Los Ángeles. 
avilesalberto@msn.com

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